Don Catrín de la Fachenda: ayer y hoy

Posted by Las 4 y sereno Etiquetas:




Don Catrín de la Fachenda (1832) es una novela picaresca del escritor mexicano José Joaquín Fernandez de Lizardi, que dibuja una crítica social del país a manera de narración testimonial.

Si bien el buen Catrín de la Fachenda retrata a un prototipo social de finales de la época colonial, el eco del hábito catrinesco se cuela a los estratos de la sociedad del siglo XXI. Ya no son catrines de frac y de levita, sino dandys de marcas Gucci, Dockers, Armani, etc. Acomodaticios que en sus casas fueron chiqueados hasta la edad adulta, y viven con los padres para mayor comodidad financiera.

Un pariente mío de cuyo nombre no quiero acordarme (permítame Cervantes la licencia de copiarle la fórmula), dudo que lleve en el bolsillo el falso decálogo de Maquiavelo; pero me consta que sigue a pies juntillas sus preceptos. Con una existencia del día a día, coche del año aunque no tenga para la gasolina, amistades al por mayor que no frecuenta más que para el convite, que desayuna chile con huevo pero reniega de los frijoles, es uno más de los que dilapidan en los artículos tecnológicos más novedosos el aguinaldo de un año, pide préstamos que no liquida con la impunidad que le otorgan los viejos conocidos, acomodadizo mimético que no tiene mayor propósito que “brillar en sociedad”.

También he conocido a un par de Tremendos, brabucones que responden con violencia a la menor provocación, pero que en vistas de problemas se escudan en la cobardía; un tanto de Tarabillas, que buscan la ocasión más inapropiada para desmeritar a medio mundo; y Preciosos al por mayor, que les gana la vanidad ante la prudencia. De estos y demás vicios se haya plagado el pueblo, tal parece que los catrines no se extinguen, antes bien se reproducen.
Catrines y catrinas, al igual que el antihéroe de la novela, convierten en enemigos a toda gente que trata de hacerlos entrar en razón, en “la vía del bien”. Aquellos que no respondan en mi favor, con mi forma de ser y de pensar, son mis contrincantes. Cuántos de nosotros no deseamos lograr una bonanza sin trabajar, sin esfuerzo alguno, esperando -como aquel cuento del flojo- que el oro nos llegue a la cama. Pero aquellos que mejor lo consiguen, son sin duda los políticos. Catrines bien pagados que se saben de memoria el infame decálogo, que no hacen más que agregarle mandamientos cada periodo electoral.

Ahora bien, ¿habrá verdaderos catrines, de los que no poseen nobleza de papel, sino de espíritu? Pocos o muchos, la verdad es que sí los hay, cosa difícil es hallarlos. No sé en dónde escuché alguna vez: “A la gente buena la encuentras debajo de las piedras”, aunque no me quedó claro si era porque había que levantar muchos guijarros para encontrar una sola persona honrada, o porque abundaban de tal manera que con levantar una piedra se acertaba con ellas. Sea como sea, la verdad es que en esta selva de cemento uno aprende a aullar con los lobos, para bien o para mal.

1 comentarios:

  1. NEBULAMBUBLOG

    Me gusta el ligero 'filo' irónico de algunas de las entradas del blog... eso es lo que a veces se requiere -lo refiero sin pontificar- para señalar con certeza... Por decir, en la sociedad actual (la que veo diario) no encuentro glamur como tampoco sensatez, existe poco decoro (stricto sensu)como abunda la cenutriez, nos satura lo 'pandra' y se excluye lo chic... es decir, el mundo vuelto al revés nos enseña que la posmodernidad, más que contradicción, es mal gusto. Saludos.